miércoles, 27 de mayo de 2015

Cultura, diferencias y caos en la mayorista (Bistró El mordisco)


En un pequeño local de la central mayorista, se encuentra un desorden de culturas y clases sociales. Allí se sientan a comer  mayoristas dueños de grandes almacenes, pequeños compradores y coteros. Es un restaurante de comida peruana, ubicado entre ventas de abarrotes, distribuidoras agropecuarias y bodegas de almacenamiento de otros locales.

Cuando llegué allí, con una gran sonrisa y un saludo cordial, me recibió el dueño del lugar, Rafael de la Gala. Su restaurante, "Bistro el Mordisko", en junio cumple tres años de haberse trasladado a la mayorista y está dando mejores resultados que en su antiguo local en el centro comercial Platino en Itagüí.
Para no sentirme incómoda, sentada en el restaurante sin comer nada, pedí primero una Pepsi y Rafael de la Gala se sentó conmigo; con su traje blanco y sus ojos rasgados desentonaba con el colorido y el desorden de cajas que hay alrededor de su restaurante. Adentro no tenemos mucho espacio, es un local chiquito donde entra solo la cocina, por esto ponemos las cajas de las gaseosas afuera y estamos tramitando los permisos para que nos permitan ubicar más mesas y sillas al frente de las bodegas que se mantienen cerradas.

La limpieza del lugar me impresiona, cada cierto tiempo pasa uno de los meseros barriendo y limpiando las mesas, el dueño me cuenta que es muy estricto con este tema, además la Central Mayorista también lo es, todo tiene que estar limpio y es su lugar en los restaurantes para evitarse problemas y un posible cierre del establecimiento. Después de alquilar el local, me demoré tres meses condicionándolo para que estuviera acorde con los requisitos de la plaza, esto es muy importante para mí por mi cultura.

La zona en la que está el local es muy concurrida y, como toda la mayorista, está llena de camiones mal parqueados que incomodan a los particulares y carros que dejan en la mitad de la calle por no haber sitio por culpa de los grandes automotores.  De la Gala me explicó que en el reglamento de la plaza está prohibido dejar los carros de esta forma y que regularmente pasan a revisar que se esté cumpliendo la regla, pero la cantidad de bloques y camiones que hay en este lugar dificultan el trabajo de estas personas y dan suficiente tiempo para que corra la voz de que se está haciendo revisión y los vehículos se puedan acomodar.
Mientras estamos conversando llega una familia buscando comida, el mesero los atiende y les pregunta cómo llegaron al restaurante. Uno de ellos le dice un amigo mío almuerza mucho aquí y hace rato me lo recomendó, así que decidí probarlo y traer a mi familia. Vamos a ver si puedo confiar en ese amigo.

Rafael de la Gala me explica que la mayoría de sus clientes llegan la primer vez de esta forma, por recomendaciones, también hay algunos que lo conocían de Platino y otros más que lo conocieron en festivales gastronómicos que se hacen en la ciudad.

Es difícil introducir la comida peruana a la cultura colombiana; están más acostumbrados al chicharrón y a los frijoles, por esto mismo me ha tocado ampliar mi menú en los desayunos, para que todos los clientes se sientan incluidos. Por eso, aquí se puede ver sentado en un mesa al gran mayorista y en la siguiente a un cotero o a un trabajador de las Malvinas, me explica de la Gala mientras vemos llegar a un cotero que llega preguntando por almuerzo, pero el mesero le explica que a esa hora solo sirven comida peruana, por lo que él sigue derecho buscando otro restaurante.

Cuando llevamos un rato conversando él me pregunta que sí no me apetece comer algo, así que pido un ceviche mixto, uno de los platos más especiales que ofrecen en la carta. Rafael de la Gala pide que me lo preparen y me explica que no todas las personas piden esta comida, puesto que al tener cebolla la gente lo rechaza, algunos colombianos son muy negados a probar cosas nuevas, dicen que no les gusta la cebolla o el ajo y que el pimentón les da gastritis, yo creo que es más miedo a probar ciertas comidas. Para él ha sido complicado y caótico tratar de meter un poco de su cultura peruana en la mayorista, por esto mismo está innovando en sus platos y tratando de introducir la cultura colombiana en su comida.
Cuando me sirven mi comida, escuchamos que le suben el volumen a la música del local que queda al frente del restaurante, es de comida mexicana, pero al contrario de lo que se pueda pensar, lo que suena son canciones parranderas y se ve a la gente bailar al ritmo de melodías que normalmente no se escucharían en un sitio de estos, como Soy un hombre soltero de Johnny Rivera y cosas por él estilo.

Rafael de la Gala, me comenta que ha tenido muchos problemas con los vecinos, porque son "muy fastidiosos, chismosos, tediosos y ruidosos", por esto agradece que el restaurante que estaba detrás del suyo lo compraran hace poco, pues estos eran los más cansones del lugar. Además, al otro lado de su local pusieron un cajero del Banco de Bogotá, lo que le da más posibilidades para atraer a los cliente de todas las clases. Espero que tanto el Banco de Bogotá, como el nuevo vecino traigan clientes nuevos y diferentes.

Cuando acabo de comer, pago mi comida y le doy las gracias a Rafael de la Gala por atenderme, él me sonríe y me dice que cuando quiera volver a comer o a preguntarle algo, con mucho gusto me atendería. Me monto al carro y voy a dar una vuelta por la Central Mayorista, cuando paso por las Malvinas me doy cuenta del desorden que hay en este lugar. Aun así, recuerdo como era antes: los carros no podían circular a una velocidad normal y fácilmente se podían pisar con las llantas del carro frutas de los locales que estaban más en la calle.

Ahora es mucho más controlado, además el centro de reciclaje se encuentra al lado de este lugar y allí se llevan primero todas las basuras. También es posible que esté más organizado por no ser día de transporte. Los martes, jueves y sábados llegan todas las mercancías y es casi imposible transitar por allí.
Me dirijo a la salida principal para ir hacia mi casa. Cuando paso debajo del centro comercial nuevo que construyeron allí, me acuerdo del caos que había antes en la entrada de la mayorista, las largas filas, los tacos y especialmente los problemas con los camiones que no tenían sus papeles en regla para entrar allí. Ya todo es más despejado, igualmente puede ser el día y la hora, estoy saliendo de allí un lunes a las 4 de la tarde, pero cuando pienso esto a mi cabeza viene algo que me dijo Rafael de la Gala: aquí ocurren accidentes de tráfico diarios, hay mucha cantidad de vehículos y, cuándo hay, los agentes de tránsito no dan abasto.

Es muy complicado para los dirigentes de la mayorista controlar las salidas y entradas de vehículos, además de la gente que vienen a pie, pero es que ¿si son más de 50 mil personas, cómo alguien puede pretender que no haya problemas?  Igual esta plaza de mercado es mucho más organizada que las centrales de otros países como Argentina, Perú o Ecuador y se trata de tener un control de las personas que entran y salen de allí; han aumentado la seguridad para que todos, compradores y vendedores, se sientan tranquilos al transitar y moverse diariamente por el lugar. 


Escrito por Maria Isabel Arango






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